Santos García Estebaranz, vivió en el pueblo de Vellosillo, durante la guerra y algunos años después. Hasta que emigró de joven a Madrid, como tantos otros . Hoy nos escribe algunos de los recuerdos de su infancia en el pueblo.
Recuerdos de mi niñez hasta los 10 años.
" Yo nací en Vellosillo, un pueblo muy pequeño que ahora es pedanía de Sepúlveda en la provincia de Segovia. Éramos unos treinta vecinos dedicados todos a la agricultura y también a la ganadería. Estos son algunos de mis recuerdos.
I. El arado
En el pueblo, todos teníamos vacas y los machos, que se utilizaban para arar las tierras de labor.
Se usaba el arado romano tirado por los machos o vacas. Era un trabajo lento y muy duro para el hombre, que tenía que apretar fuertemente la esteva, para que entrara más en la tierra la reja del arado y para dirigirla de forma que los surcos quedaran rectos. Ahí estaba la pericia y el orgullo del labrador de hacer mas derechos los surcos que el vecino.
El arado tenía una pértiga o timón que iba hasta el yugo del que tiraban los machos . La reja de hierro forjado terminada en punta, iba abriendo el surco en la tierra. A los lados llevaba unas piezas de madera llamadas orejeras de unos treinta centímetros que servían para apartar a los lados la tierra que se levantaba, formándose así los surcos. La reja acababa por desgastarse. Era muy importante que estuviera bien afilada para arar.
II. El Herrero
Por eso, en todos los pueblos donde había que trabajar la tierra con yuntas, se necesitaba una fragua. En nuestro pueblo teníamos un herrero. Se llamaba Ángel.
En la fragua había un fuelle enorme que se accionaba con una cadena que colgaba del techo y de la que tiraba el herrero. El aire del fuelle avivaba el fuego y se formaban ascuas. Allí se metía la reja o la pieza de hierro que fuera, hasta calentarse al rojo, después el herrero la ponía sobre el yunque con las tenazas y la daba forma y moldeaba golpeándola con el martillo.
Otra cosa que se fabricaba mucho en la fragua eran clavos, se hacían uno a uno y se usaban en la construcción de los tejados para clavar las ripias a los machones o para clavar las vigas de madera de las casas.
También se hacían las herraduras para los machos y las vacas de tiro. Las vacas se herraban en el “potro”, que era una especie de cuadrilátero de madera que todavía está en el pueblo donde se las ataba porque si no, no se dejaban herrar. A los machos y a los burros no hacía falta atarlos para ponerles las herraduras ya que se quedaban quietos..
La fragua de nuestro pueblo estaba detrás de la escuela adosada a un torreón, de la época de la Reconquista, Este era macizo, de argamasa de piedra y cal. Tendría seis o siete metros de alto por dos metros de espesor, cuadrado. Era como un fuerte. Tenía además un muro más bajo que era donde se apoyaba el tejado de la fragua.
III. El Ganado
Cuando empezaba el tiempo bueno de primavera se llevaban las vacas a los prados. Había un vaquero, que contrataba el pueblo para cuidarlas. Y le pagaban con relación a las cabezas que tenían cada uno.
Todo el pueblo tenían dos vacas para el trabajo y también un burro que se usaba para traer agua de la fuente, que se encuentra a unos quinientos metros del pueblo, o bien para ir de compras a Sepúlveda o a otros lugares .
Había algún vecino que tenía dos yuntas para arar, ,eran los menos .porque no eran grandes explotaciones, El que más vacas tenia era el Tío Daniel que eran lecheras, o sea para ordeñarlas y vender la leche.
Al anochecer llegaban los animales al pueblo desde los prados, sacudiéndose con el rabo las moscas, las vacas, algunas con su ternero. Al llegar al pueblo se separaban y se iban cada una a su casa sin guiarlas, atravesando la pradera que había en el centro del pueblo donde se trillaba en verano.
En verano, a mediodía, el vaquero las dejaba en la cerca del Tio Ambrosio para que se echaran la siesta. La cerca la contrataba el pueblo teniendo en cuenta que los excrementos de las vacas servían de abono . Por la tarde las llevaban a pastar otra vez.
Mi padre compró una vaca. Y me acuerdo que paría un ternero, que lo vendía cuando ya era bastante grande. Después compraba otro recién nacido, la vaca le daba de mamar y cuando se hacía grande lo vendía y así sucesivamente.
Teníamos encerrado al ternero con un trillo, en un rincón de la cuadra y cuando le sacábamos a mamar nos daba unos pisotones, que nos hacían cardenales. No extrañaba al nuevo la vaca.
Entre ternero y ternero, nos daba bastante leche incluso los niños ordeñábamos. Y algunas veces del chorro de leche que salía, lo bebía directamente, y estaba muy bueno. Mi madre nos ponía una cazuela muy grande de leche con pan y azúcar. Y todos a comer de la cazuela para desayunar
En nuestra casa había también dos machos y una burra. Al hablar yo de los machos me refiero a los que algunas zonas les llaman mulos , son un cruce entre caballo y burra. Y entre yegua y burro. Para arar el campo son muy duros , las hembras no pueden tener descendencia.
En primavera se hacía una junta del pueblo que casi siempre se celebraba en mi casa por ser la taberna. Como casi todo el mundo tenía animales, el pueblo subastaba y arrendaba la hierba de las veredas y los arroyos que había entre las tierras. Decían por ejemplo por el Arroyo de Martin Caza yo doy cincuenta pesetas Por el camino de Valderices doy treinta y alguien podía subir más.
Luego teníamos que llevar a los animales a pastar cogidos del ramal para que no se comieran los trigos del vecino. Y nos mandaban a los pequeños.
En Castilla se celebraban ferias del ganado. Una vez fui con mi padre a la feria de Turégano. Era muy bonito el ambiente que allí había y sobre todo cuando hacían un trato, la seriedad que había. Porque se daban la mano y eso valía más que un contrato de hoy.
IV. La Iglesia
También recuerdo la inauguración de la parte de delante de la iglesia del Corazón de Jesús que yo no había cumplido los cinco años. Había mucha gente y curas con pendones. Para mí, mucho colorido. No estábamos acostumbrados. Cuando hicieron la iglesia si lo recuerdo más. Ese día fue muy triste para mi padre y para mi hermana Consuelo. Porque estaba en cama mi madre , y muy grave .La gente no cabía en casa, que era el bar del pueblo , y mis hermanas Consuelo con Felisa en brazos , llorando. Ella se acordara mejor que yo , porque lo primero era más pequeño y a las mujeres les encargaban que cuidaran a los niños.
Cuando se inauguró la iglesia fue una fiesta, en lo que recuerdo que nunca habrá otra igual de gente, En la pradera había un montón de corros con familias sentados comiendo. Gente que habían llegado de los pueblos de los alrededores. De Sepúlveda con camiones .Ahora no se en qué fecha del año se inauguró pero hacia un tiempo bueno. También trajo Don Jenaro una orquesta de Segovia.
Había una costumbre en el pueblo que cuando se casaba un chico de fuera con una moza del pueblo tena que dar a los mozos una propina para hacer ellos una fiesta. Pues no sé, veinticinco pesetas. Pero algunos no entendían esas costumbres en este pueblo, y han llegado a tener bronca.
V. El candil
El pueblo cuando nací no tenia electricidad ni agua corriente. En mi casa como era la taberna teníamos unos candiles de aceite y también como un jarrón de hojalata con un tubo, un candil de carburo que daba bastante luz.
Teníamos ovejas y mi hermano mayor y yo las dábamos de comer algarrobas, que son un grano parecido a las lentejas .y también paja de las mismas. Íbamos por la noche con un farol de cristal que los hay todavía, para que no se apagase, bueno nos poníamos de barros hasta el tobillo.
Eso de los candiles era un peligro .porque venía una ráfaga de aire, salían chispas y podía haber un incendio, y sobre todo en verano que esta todo tan seco. Con la paja de la cuadra y la leña en el sobrado. Y más aun en la época de la trilla .
Mi madre les echaba la bronca a los tíos “Porrillos“ porque a veces salían a fumar a mi puerta cuando estaban todas las hacinas en la era .
Tuve miedo durante años .por un caso que paso a cuenta de los candiles. Teníamos una escalera que daba a un pasillo y que comunicaba con la cuadra , y en el quicio de da la puerta a la cuadra colgaban un candil entre otras cosas para que vieran algo los clientes de la taberna que entraban a la cuadra, que hacía de aseo. En la escalera de subida al sobrado, mis padres siempre dejaban una lata con cebada para los animales.
Ese día se conoce que dejaron al macho Morico sin atar al pesebre, llevaba la albarda puesta , y como la puerta de la cuadra estaba abierta, se fue a comer la cebada a la escalera , y con el candil se prendió la cincha , que sujeta la albarda
Y gracias a que entró el vaquero, fue a la cuadra. y se encontró con la cincha ardiendo y al pobre animal dando coces a ver si se podía zafar de la albarda .Se hizo una herida tremenda.
El vaquero avisó a todos que estaban en el mostrador y gracias a eso dio la voz de alarma . Teníamos encima del ganado, la bardera, todo lleno de leña seca para la lumbre. Si llegan las llamas arriba hubiera sido imposible de apagarlo.
En esa época yo era muy pequeño y dormía con mi hermano Isaac en la cambara. Después del incendio mi padre pensó que tenía que hacer otra alcoba. El dinero no sobraba. En el Juncar junto al río se hacían adobes con tierra y agua mezclado con paja. Y con el azadón lo daban vueltas mezclándolo. Después ponían un molde de madera y les dejaban secar al sol unos días. Y con el carro al pueblo. Como veis tenían ya el material para la construcción de los tabiques. Lo hizo el Caminero y Carpintero. Que sabía hacer de todo.
Después de eso el caso es que tuve pesadillas, me levantaba de la cama asustado llamando a mi madre , porque me parecía que había fuego en la cuadra .y quizás nada mas que era un resplandor.
VI. Los Valores
Nuestros padres eran gente, pues, que no tenían buena formación, pero si nos enseñaron a ser trabajadores, a respetar a la gente .Mi padre era el único en el pueblo que estaba suscrito al diario del Adelantado de Segovia ,también era el único que se preocupó de que en el pueblo sus hijos estudiaran .. y eso para mi familia era un verdadero sacrificio. Como mas adelante lo detallare.
Recuerdo que nos mandaban a todos los nietos que fuéramos a felicitar a los abuelos en su cumpleaños, ya sabéis que vivían donde la casa junto al transformador, y nos daban chicharrones, que es sebo que tienen los Corderos, donde envuelven las vísceras , los freían y a comerlos. No nos gustaban mucho, pero era el detalle, que nos mandaran a felicitarles . Después cuando somos padres vemos, la importancia y el respeto de esto y los valores que eso conlleva.
De mis otros abuelos paternos , sí que me acuerdo de mi abuela Marta y además de
cuándo murió. Estábamos todos los nietos. Vivía donde la Tía Felisa, donde los panaderos. El marido o sea mi abuelo murió de la epidemia de gripe por el 1918
Creo que hemos sido queridos por los padres, Cuando éramos muy pequeños y dormíamos en una de las dos alcobas de la sala , la llamábamos a mi madre para que nos diera un beso. Eran gente sencilla y muy trabajadores ,y con los hijos yo creo que lo han hecho lo mejor que sabían. Aunque en algunas ocasiones, pues no estaban de acuerdo y se discutía.
En los pueblos, en mis tiempos sí que eran solidarios, en general, aunque hubiera alguna rencilla. Cuando estaba alguien enfermo iban a verle. O llevarle un caldo a una mujer si iba a dar a luz. Ya sabéis que antes de la guerra no teníamos la Seguridad Social, lo que suponía que el que tenía un accidente y no podía trabajar la tierra, lo pasaba muy mal la familia. A parte que con suerte le atendían en un hospital de Caridad. Yo he visto ayudar al que ha tenido algún percance ayudarle a arar o otra labor.
En cambio en Madrid estamos los vecinos pared por medio. Y no nos enteramos. A veces ni les conocemos.
VII. La escuela
Después de la guerra el pueblo estaba muy abandonado. Sin maestro apenas, algunas veces teníamos una interina que no podía corregir los dictados porque las faltas de ortografía no iban con ella. Calcular lo que se podía aprender .
Yo creo que tenía cuatro años cuando me llevaron a la escuela, seguro que era por hacer un favor a los padres porque tenían que ir al campo.
Los primeros años, la maestra se llamaba Dña. María y era muy buena. A nosotros nos metía donde estaba el brasero, lo quitaba y en un hueco redondo de madera que estaba caliente nos sentaba y metíamos los pies dentro , creo que éramos tres o cuatro. Seguro que como éramos pequeños no alcanzábamos a sentarnos en el pupitre. Ha cambiado mucho el tiempo, nevaba lo que quería, nos hacían veredas o nos llevaban en burros a la escuela. Mirad si hacia frio que dentro de las casas se helaba el agua de los cantaros.
En la escuela había “habas contadas “. los libros que leíamos era el Quijote .Poesías de José María Gabriel y Galán , el Lazarillo de Tormes, el Catecismo. Además teníamos una enciclopedia que nos era muy útil y algo se aprendía. Recuerdo una poesía que leíamos de Gabriel y Galán llamada Mi Vaquerillo,. Pongo aquí un trozo porque es un poco larga:
He dormido esta noche en el monte
Con el niño que cuida mis vacas
En el valle tendió para ambos
El rapaz su raquítica manta
Y se quiso quitar ¡pobrecito!
Su blusilla y hacerme una almohada
Una noche solemne de junio
Una noche de junio muy clara
Presidiendo la atmosfera diáfana
Inundaban los cielos tranquilos
De dulzuras sedantes y cálidas
¡ Que noches que noches ¡
¡ Para hacerse de acero los cuerpos ¡
¡ Para hacerse de oro las almas ¡
Pero el niño ¡qué solo vivía ¡
Recordar que en los campos desiertos
Rutilantes medrosas , calladas
La pizarra y los cuadernos que teníamos había que cuidarles porque nos teníamos la
oportunidad de tener otro. Escribíamos con plumas mojando en el tintero lo que era un engorro, a la mínima se daba la vuelta y la tinta al suelo ,o con los lapiceros que se rompía la mina y a sacar punta.
Hacia un frio de perros en invierno , no había como ahora calefacción ,teníamos que llevar cada día al que le tocara el “ brasero “ para que se calentara la maestra. A nosotros nos dejaba algunas veces calentarnos las manos.
Recuerdo de mi tiempo a Pablito el Caminero que siempre hemos sido amigos y además en clase de mayores estábamos siempre juntos, nos ponía la maestra porque éramos los “mejores “.
Pablito le regaló a la maestra una vara de fresno , que tenia quitado un trozo de cascara y otro no ,y después luego a veces nos daba con ella . Otras veces, con una regla normal, cuando le hacíamos una “picia”, nos hacía poner los dedos juntos para arriba y nos daba en las uñas. Y fijaos como sería en esos días de invierno con las manos heladas.
Un día estábamos en la fuente Félix de Doroteo y yo. Él era unos años mayor. Y pasan unos señores por allí en unos burros y nos preguntaron que qué tal es la maestra de vuestro pueblo y nosotros inocentes dijimos que no sabía nada o que no valía para maestra .. O algo a si
Al día siguiente cuando llegamos a la escuela a Félix que era el mayor la maestra le dio un somanta de palos y también me toco a mí .Luego nos puso a modo de tortura de rodillas contra le pared , con los brazos en cruz y algún libro en las manos. Yo cuando me castigaban no decía nada en casa, porque la contestación era para casi todos, “algo habrás hecho” .
Al otro día de presentó en la escuela la Tía Jacinta era tía de Félix y vivía con ellos . La tal señora era una institución en Vellosillo .porque era la comadrona del pueblo, ella nos ha ayudado a venir al mundo a casi a todos. Bueno le armó una bronca a Dña . Carmen, pero nos quedamos con los palos.
La Tia Jacinta empezó a hablar y hablar y ya estábamos aburridos. En casa de mis padres cuando iba a comprar algo, la temíamos porque no paraba. Se parecía al tío “ Bolas “ de Torrecilla , nos dijo mi padre un día , me he encontrado en la fuente con el tal Bolas y se ha liado hablar y hablar y menos mal que le ha dado la tos y he podido meterme yo.
Cuando hicimos la primera comunión teníamos que ir a Perorrubio a la Catequesis, Le teníamos mucho respeto al cura. También teníamos que ir allí a ponernos la vacuna de la viruela.
Éramos una panda más o menos del mismo tiempo, luego cuando fuimos más mayores íbamos a las fiestas juntos.
VIII. Los juegos
En la posguerra en este pueblo no teníamos, los juguetes que se ven ahora. Pero teníamos una gran imaginación para hacer nuestros juguetes. Con las cajas de madera de las conservas que traía mi padre hacíamos un carro y con ruedas a veces con una navaja.
Siempre íbamos corriendo y al final todos teníamos una herida en las rodillas , yo solía llegar a casa que me había hecho un raspón y sangraba. Y mi madre decía “os vais a matar “ . Nos envolvía la pierna con un trapo.
Y a correr otra vez, pero el problema era cuando se secaba ,que se pegaba a la herida y mi madre calentaba agua y con mucho cuidado lo despegaba. Pero salía hasta la costra. Entonces no había ni pomada ni otra cosa. En mi época sobrevivía el más fuerte.
Cuando nos dejaban libres también jugábamos a las tabas ,que eran huesos de los corderos, o a la peonza ,a las tres en raya ..Con la peonza poníamos en el suelo un circulo con una perra de cinco céntimos y el que consiguiera sacarla se quedaba con ella .También a las buenas mayas. Que era, que uno se ponía agachado y el compañero saltaba como a hora lo llaman el “Potro “.
Otras veces, cuando éramos más mayores, teníamos el frontón y hacíamos nosotros las pelotas para jugar. Primero con tiras de cámara de bicicleta para que botara y después envuelto con hilo de lana para que fuera más blanda . Mi madre me decía “no encuentro un ovillo de lana”. Y yo a callar. Y después para que fuera menos duras nos las ingeniábamos para cazar un gato, le desollábamos le teníamos unos días para que se secara y la forrábamos después con mucho arte.
Cuando éramos más pequeños jugamos al escondite, a la comba, a la gallina ciega. Todo en las praderas donde se trillaba. Recuerdo aquellas praderas cuando nevaba hacíamos bolas de nieve
Y como la nieve duraba unos cuantos días sacábamos estiércol en una pala , poníamos un cepo, con trigo. Los pájaros tenían mucha hambre y en cuanto veían algo iban a comer y los cogíamos . Tenía su técnica. Poníamos a remojo el grano para atravesarle con un hilo, y a poner el cepo, enseguida caían los pájaros. Mi madre se enfadaba “os vais a morir de frio”. Despues se los comía mi padre que le encantaban.
IX. La cosecha
Y en primavera, con el buen tiempo, sacábamos algunos días la mesa a la puerta de casa y comíamos al sol. Yo tengo buen recuerdo de aquellas praderas. Veíamos hasta la sierra cuando estábamos comiendo. Rodeados de gallinas .porque estaban picoteando en las praderas y cuando comíamos se acercaban alguna mas que no eran nuestras a ver si caía algo. Allí no se desperdiciaba nada. Pero cuando ya se hacía tarde cada gallina se iba sola a su casa. ![]() |
mapa del pueblo durante la guerra |
Cuando llegaba la época de la cosecha, teníamos que ayudar todos. Como eran normalmente muchos de familia, los mayores cuidaban a los pequeños. También teníamos que estar pendientes de los pucheros en la lumbre que casi siempre eran garbanzos o alubias.
Se comía también de la olla con la conserva de chorizo o lomo. Esto lo metían en aceite y se conservaba así unos cuantos meses, normalmente lo sacaban en verano. Lo adobaban antes de meterlo en la olla. Así se buscaba la manera de conservar los alimentos mucho tiempo. También con sal. Metían los jamones en casa en un cajón grande. Metían uno primero echaban una capa de sal , después otro y otra capa de sal. Hasta los cuatro jamones allí estaban un tiempo prudencial, ellos sabían cuanto.
Después les sacaban y mi madre hacía una mezcla con pimiento rojo y agua ajos y no sé que más, untaban bien los jamones y los colgaban en la cocina para curarlos, también ,encendían un hoguera para que tuviera humo la habitación. Pero lo más importante es que hiciera frio.
Algunas veces desayunábamos, como ahora llaman, “patatas revolconas “ .No sé exactamente como se hacían ,porque yo no soy buen cocinero para dar consejos. Pero las he visto hacer a mi madre cuando éramos muy pequeños en un fogón bajo , en un puchero , con ascuas , les llenaban de patatas peladas ,y despacio hasta que se cocían , las aplastaban con un tenedor hasta que estaban desechas, luego en una sartén, mi madre ponía aceite caliente, les echaba un poco de pimentón y un poco de chorizo o unos torreznos pequeños con veta y nos la desayunábamos , y sabían estupendas .
Muchas veces cuando tendría ocho años, estaban segando y teníamos algún segador o agostero contratado, entonces se quedaba mi madre en casa, para hacerles la comida .y yo a media mañana me mandaban a llevarles la merienda. O el almuerzo con una buena bota de vino. En la burra. Me ponían todo y me decía, están en Las Largas, la cuadrilla. Y ya creo que sabíamos todos los nombres del término.
Mis padres me cargaban en los machos los haces de mies para llevarlo a la era Les ponían a los machos encima de la albarda unos palos atravesados horizontales que se llaman amucas, donde ataban los haces, tres a cada lado y uno atravesado encima.
Esos haces pesaban bastante y yo que era muy pequeño no podía ni descargarlo
Cuando llegaba me lo descargaba la abuela Santas. Ya sabéis que era la madre de mi madre y algunas veces se quedaba al cuidado del resto de los nietos. Esos días que descargaba a los animales le pego una coz el macho Bragado que tenía mala uva y la tiro al suelo.
Una vez, los haces de mies que traía yo con el macho, empezaron a darse la vuelta, y tuve que venir colgado a un lado desde los Prajones hasta la era . Llegue con todo el brazo con raspones de la mies. Pero no se me cayeron.
Y claro, cuando la trilla , con calor o sin calor, tú sube al trillo tirado por los machos a dar vueltas. Cuando ya estaba trillado luego había que separar el grano de la paja. Recuerdo haber visto echarlo con un bieldo al viento y como la paja pesa menos, se iba más lejos y se quedaba el grano. Pero era una tarea de mucho trabajo.
Nos mandaban también a escardar .porque en aquellos tiempos no existía el herbicida como ahora que lo echan y no queda ni una hierba , y si se podía , había que quitar lo máximo posible porque ahogaba al trigo. Era dos artilugios un palo para no agacharse mucho y abajo en el extremo como una hoz, y otro palo que al final tenía como un horquilla para atraer los cardos y córtalos.
Además si no se quitaban los cardos, al segar estaban muy secos y se metían entre la zoqueta del segador. . Que era una especie de funda de madera adaptada a la mano izquierda para protegerla. Con la mano derecha llevaban la hoz. Con la zoqueta se protegía de cortarse con la hoz y de picarse con los cardos. .
El campo en primavera estaba lleno de flores de todos los colores, y los trigales cuando hacía viento parecían olas.
Cuando quitaron las ovejas, en la casa vieja, a mi padre se le ocurrió comprar unos conejos. Y se multiplicaron como el Pan y los Peces según dice la Biblia.
Yo , ya estaba de cuidar conejos y de comerlos hasta el “gorro” , todos los días teníamos que ir a coger amapolas y otras hierbas cargados con el saco. Para los conejos.
Las amapolas soltaban un líquido que en las manos parecían pecas que era muy difícil de quitar.
A los pocos años los conejos empezaron minar la casa, o sea., que hicieron cuevas como entonces los cimientos casi ni existían se escaparon muchos.
Ahora que están hablando del cambio climático ,creo que en todos los tiempos se han necesitado que lloviera y no lo hacía y otras Llovía demasiado .Recuerdo que cuando pasaban muchos días sin llover, sacaban por el campo a un Santo, creo que se llamaba rogativa e íbamos en procesión con el cura rezando.
X. La taberna
Mis padres tenían un pequeño negocio de ultramarinos, venta de vino al por mayor y menor , mas la taberna, la única donde se juntaban los del pueblo a jugar a las cartas , al tute y a la brisca , y que a veces tenían discusiones, porque si no has cantado las cuarenta o porque no me has hecho bien una seña en la brisca, Pero nunca llegaba la sangre al río. Yo en algunas ocasiones me he reído mucho y otras no tanto.
En la fiesta de San Juan ante Porta Latina y el Corazón de Jesús y después en la Virgen de la Serna, en mi casa se juntaban muchos de los pueblos de los alrededores e incluso les daban cenas a los mozos. y teníamos que echar una mano todos, cada uno en lo que podía.
Por el trabajo de la taberna, a veces de pequeño tenía que llevar a Perorrubio un pellejo de vino en la burra. O a Duratón. Me lo ataban y luego me lo descargaban allí.
Mi madre se enfadaba con su hermano. Cuando venia un poco alegre de Sepúlveda montado en su caballo. Llegaba a nuestra casa y le decía al caballo ,”abre la puerta” , y el animal como si lo supiera empujaba y se metía montado en él hasta la cocina, teníamos allí los chorizos colgados y se liaba a mordisquearlos desde el caballo y fijaros como se ponía mi madre. Se ponía furiosa. Le llamaba “burro” y él riéndose le decía “perversa “.
Mi tío tenía un dominio de los caballos que ya quisieran los de las películas de Oeste .Yo he montado en ellos cuando era algo mas mayor. Me decía, baja con el caballo a la fuente a darle de beber.. Y el caballo no se movía, pero montaba él y corría como una flecha, Una vez que se dirigía a Pradena a medio camino reventó al caballo de tanto correr. Entonces le quitó la montura se la echó al hombro y siguió andando al más puro estilo del Oeste.
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Pero volviendo a lo del vino, diré que estuve muchos años pero no he bebido vino nunca, no me gustaba, puede que porque tenía que trabajarlo.
XI. Los Viajes a la Ribera del Duero
Cuando empezó la guerra, requisaron los coches, camiones, autobuses, y todo lo que se moviera y fuera útil. El vino teníamos que transportarlo desde las bodegas en carros, donde llevábamos los pellejos que se hacían con piel de cabra impregnados de pez por dentro.
Mi padre me llevaba a mí a esos viajes para ayudarle en algo, con el carro y dos machos que se llamaban el Morico y el Bragado en dirección a la Ribera de Duero. Tardábamos en llegar casi dos días.
Íbamos por La cuesta de Honrubia , por Pardilla y dormíamos en Milagros , en una venta, bueno, nos daban una saca de paja y en un cuarto dormíamos ,pero llegaba la comida y no tenían aceite y mi padre, que había cogido de casa un trozo de tocino lo freían bien, y de ahí salía el aceite, pues para hacer unos huevos con patatas , y así se pasaba. Los hacia la posadera donde dormíamos.
Los machos les metían en una cuadra a comer y a descansar.
Nada más llegar mi padre iba a probar el vino de las bodegas ,para elegir el que mejor fuera y después de ajustarlo, a llenar los pellejos a las cubas. A mí me llamaba la atención la profundidad que tenían las cuevas o bodegas. Dentro tenían cubas de madera con unos dos mil o tres mil litros. Yo le preguntaba a mi padre cómo habían podido meter estas cubas por una puerta tan pequeña Y claro, me decía es que las bajan las tablas y las montan dentro .
Llenaban allí los pellejos que pesaban setenta o ochenta kilos y los subían por unas escaleras empinadas que casi a mí me costaba subir. Eran muy fuertes. Pero casi todos terminaban mal de los huesos. Ahora en las cooperativas está todo mecanizado para pisar la uva, para cargar una cisterna con los litros que se quiera.. Ahora en esas bodegas ya casi todo es embotellado.
Luego una vez cargado el carro con los pellejos y dado de comer a los animales el dueño de la bodega nos invitaba en el lagar donde se pisaba la uva a unas chuletas de cordero, hacían como una barbacoa con sarmientos de podar las viñas.
Bueno, ahora a ponerse en marcha. Como íbamos muy cargados, al llegar a la Cuesta de Honrubia teníamos que alquilar un macho para que les ayudara a los nuestros a subirla ya con los tres , me acuerdo que sudaban muchísimo la cuesta de Honrubia que tenía unos seis kilómetros. Después seguíamos hacia Vellosillo y el macho alquilado se volvía al pueblo unos 10 km después de hacer el servicio.
Teníamos luego otras cuestas menos empinadas pero largas ,y les costaba mucho y muy despacio subir y mi padre se quedaba dormido encima de la vara del carro con peligro que se podía caer ., y yo tan pequeño le decía que se tumbara en el carro que yo le dirigía , y ya sabes , unas veces lo hacia y otras no.
De vuelta a casa llegábamos a dormir a Boceguillas y al otro día, al llegar al Olmo, dábamos un rodeo por la cuesta de la Serna. Porque la cuesta de enfrente a Duratón es muy empinada. Después, unas veces íbamos hasta La Lastra y otras, cuando el camino del Corral al Cuarto estaba bien subíamos por él.
Otro día con el carro cargado de vuelta llegamos a dormir a una casa del caminero que había en la carretera de Sepúlveda a la altura de la Serna, parece que mi padre vio que el camino estaba seco y se podía bajar por él. Pero no se si se fió de los machos que al salir de la carretera, hacia el camino, tenía que pasar la cuneta por unas piedras muy grandes, pero no centró bien el carro y una de las ruedas casi cae a la cuneta con toda la carga que llevaba .Paró a tiempo pero el carro se quedó atascado en la tierra. El Caminero nos ayudó. Lo bueno que tenía mi padre que era muy sociable y le ayudaban a lo que fuera.
Desenganchó el Bragado de delante puso los tirantes que eran una soga muy gruesa de cáñamo que lleva un gancho en la punta . Y el otro macho tirando entre las dos varas del carro. Y ambos machos tirando de los aros de la rueda del carro y empujando todos conseguimos sacarlo. Se puso todo bien y a seguir.
Después unos años más tarde ya empezaron a funcionar los camiones. Por cierto muy malos porque no había. Como veis era una miseria y agotador para todos. Y pensar que ahora en llegar desde Vellosilo a esos pueblos, tardas media hora...
XII. Mariete y el burro
Ya en el pueblo otro día un tal Mariete fue una vez a buscar a mi padre, porque Vivian en la parte de arriba pegando donde Doroteo. Tenían un burro que se había metido en unos estercoleros donde echaban la basura de los animales.
Se conoce que debajo estaba lleno de agua y se atascó que casi no se le veía. Mi padre le dijo, no te preocupes , consiguieron llegar a él y le ataron una soga gruesa ,le engancho con los tirantes del Bragado , desde la cerca del Tío Daniel .
Y el chico que era mayor que yo llorando y le decía a mi padre que le iba arrancar la cabeza. Pero nada, le sacó a rastras hasta la cerca y la cabeza estaba en su sitio.
XIII. El Juicio
En ese mismo pueblo de Fresno, ,en uno de esos viajes, mi padre paró a dormir Y parece que estaban de fiestas , ese viaje no fui yo . Uno de los mozos, el hijo del alcalde un poco bebido se le ocurrió darle un navajazo a un pellejo lleno de vino. Claro, no quedo nada.
Mi padre lo denunció en el cuartel de la Guardia Civil , y después hubo juicio en Sepúlveda ,pero en aquella época como en esta el que tiene “Padrinos se bautiza “.
Mi padre fue a juicio que se celebro en Sepúlveda y no le hicieron ni caso. Los alcaldes tenían mucho poder. Y mi padre, un señor de pueblo, entonces, no tenía ni voz ni voto. Y no le pagaron nada .
Como veis la generación. Anterior a la mía era dura. Quizás más que la que nos ha tocado vivir a nosotros. Ellos no tenían la alimentación adecuada. Trabajaban en el campo , muy duro , yo que lo he vivido no sabéis Lo que era eso .Pero en la posguerra en casi toda Castilla no se pasó hambre como en Madrid porque teníamos en el rio Caslilla casi todos una tierra antes de la concentración Parcelaria. y como es húmedo el terreno sembraban patatas berzas. Bueno, distintas hortalizas.
XIV. Los gatos
Teníamos en casa dos gatos y no sabéis como cazaban a los ratones. Era una obra de arte. Yo les he visto. En casa no he visto ratones nunca donde tenían todo almacenado de ultramarinos.
Yo les tenia manía, bueno, se la tengo .Desde que tengo uso de razón he sido un poco ahorrador y cuando me daban una propina por algo, que era una peseta de papel yo lo metía en algún hueco de las piedras de la cambara, y un día fui a cogerlas y no tenía nada , algunos restos de de lo que fueron pesetas , los ratones se habían dado un festín. Ahora se lo lleva Hacienda.
Mi madre tenía declarada la guerra a los gatos. Cuando estaba haciendo la comida en cualquier descuido le quitaban algo. Me acuerdo un día que estábamos por allí nosotros y estaba para freír una pescadilla , bueno, pues en un momento la cogió un gato y salió corriendo , ella de inmediato cogió lo que estaba más cerca y fue el fuelle de soplar y le estampó contra la pared, y claro el tal fuelle pereció , pero el gato no la soltó . Yo salí corriendo y le alcancé por el sobrado y la soltó. El cabreo que cogió mi madre, fue de órdago.
En mi casa tenían que ingeniárselas los gatos para comer , porque como decía el Tío Ambrosio de sus perros , que él los calzaba y los vestía y la manutención iba por su cuenta..
XV. El Racionamiento y el Pan
Cuando empezó la guerra. Pusieron el racionamiento y estaba todo requisado, los productos del campo, el aceite, el trigo, para darle una ración mínima a cada uno. En nuestro pueblo no teníamos el pan racionado. O sea que no teníamos que ir al panadero a por una ración, nos lo hacíamos nosotros.
Casi no me acuerdo cuando nos decían que teníamos que entregar el trigo a Abastos y nos dejaban con lo justo , Claro había que ingeniárselas. Guardar algunos sacos entre la paja o en sitios distintos para que no nos lo cogieran, porque encima echaban multa.
El segundo problema era que teníamos que moler el trigo para comer. Recuerdo ir con un macho o un burro con mi hermano Isaac, a las tres o cuatro de la mañana al molino de Tanarro o al de Giriego , y cuando regresábamos íbamos muertos de miedo. Cualquier bulto nos parecía que era la Guardia Civil
En nuestros pueblos casi todos tenían un horno. y se asociaban cuatro o cinco familias. Cocían unos y repartían el pan con arreglo a la familia que tenían .Cuando se les iba terminado le decían al otro. Hoy te toca a ti cocer el pan , y a seguir el mismo ritmo. Esto estaba muy bien aunque había algún desacuerdo porque no todos lo hacían igual de bien.
Con este acuerdo se conseguía dos cosas ,la primera es comer el pan reciente porque si era para uno solo se le quedaba duro. Y la otra muy importante es que así también se ahorraba leña, que era muy escasa.
Se cocían hogazas. Para llegar a esto tenían que moler el trigo como he dicho antes. Después en cada casa teníamos una artesa que era la “gamella” de la matanza. Un tronco grueso de un árbol vaciado. Todo de una pieza. Cuando todo estaba listo poníamos unas varas encima. Y dos cedazos con harina ,que eran una especie de criba con unos agujeros muy finos y a moverlos de un lado a otro para que saliera la harina. Y quedaba el salvado que era la cascara del trigo Normalmente el salvado se le echaba a los cerdos. Luego echaban levadura. Para hacer el pan tenían que hacer una masa con agua sal y harina y el amasarlo daba un trabajo enorme .
XVI. La Costura
Se juntaban, a coser algunas mujeres al abrigo del cierzo por la tarde en el rincón de mi casa. Allí se estaba muy bien. Y no tenían otro entretenimiento, no había radio y menos televisión Y comentaban las últimas novedades de pueblo.
Como he dicho antes, durante la guerra, en nuestros pueblos no se pasó hambre. Pero tenían un problema, que como estaba bloqueado toda Cataluña que era de donde venían las telas , no tenían manera de comprar nada de ropa, Entonces las mujeres del pueblo sin saber de modistas eran capaces de hacer alguna prenda de ropa. El abrigo que una tenia, por ejemplo era rojo, los deshacían, Lo teñían en azul marino y lo volvían a montar .del revés y así parecía más nuevo.
Mi madre para cambiarnos de ropa, compró alguna vez en Sepúlveda a los señores más ricos de allí. Pues no sé, algún traje de segunda mano y nos hacia algún pantalón corto, como llevábamos los niños. y así. Bueno a lo que voy es como se las ingeniaban y lo valientes que eran , que sin saber, salían adelante.
XVII. El Lavado
Siempre he admirado a la gente como mi madre y tantas en los pueblos que con tanta familia tenía que ir al río a lavar . En esos tiempos bajaba más agua que ahora , normalmente iban por la zona del huerto del tío Pedro. Y me decía mi padre, anda ayuda a tu madre a llevar la ropa ,llegábamos allí y tenía que romper el hielo . Fijaos como se la quedaban las manos, se Las metía entre el pelo para calentarlas.
Algunas veces , cuando juntaban mas ropa, se iban a la fuente de La Salud de Sepúlveda que salía más caliente
Otras veces cuando el tiempo era de sol. Después de lavarlo en el rio la tendían allí en las praderas al sol con piedras encima para que no se volara ,decían que era para que cogiera blancura con el sol . Había que ir de vez en cuando a regar la ropa.
Yo, eso de lavar me ha parecido un trabajo muy duro y siempre lo he tenido en cuenta después en mi familia.
XVIII. La Matanza
Otro tanto les pasaba cuando hacían la matanza. Que tenían que lavar las tripas del cerdo en el rio para luego llenarlas de chorizo .Para hacer artesanalmente la botagueña y los chorizos , cortaban en trozos el magro del cerdo y metían en a máquina pequeña de hierro. Que tenía en la parte de arriba como una especie de tolva pequeña Y a un lado una manivela la daban vueltas. y por dentro unas cuchillas Y así se hacia el picadillo . Lo hacían igual para la botagueña . Este producto era más inferior porque en vez todo de magro, iba mezclado con recortes de tocino con veta y vísceras.
Al final, de este aparato salía un tubo donde se metía la tripa ya lavadas del cerdo y a rellenarlas. Todo esto también llevaba un proceso antes de meterlo en la tripa. Cuando ya estaba en picadillo lo depositaban en una “gamella” de maderaEra como un tronco de un árbol vaciado por dentro. Todo de una pieza. Y las echaban pimentón rojo algo de sal y ajos y agua, y ya estaba listo para embutirlo .Y constantemente dándoles vueltas . Eran ya expertas la gente de los pueblos. El que tenía para merendar un trozo de chorizo o botagueña era un privilegiado.
Las morcillas las hacen distintas en cada región de España. En nuestros pueblos ,cuando mataban el cerdo , cocían la sangre, luego picaban cebollas , que era para mí un rollo. Cuando me he metido a picar las cebollas , tenían un artilugio para picarlas como un cuchillo en forma de media luna con dos mangos .a los extremos . Pero con he dicho que era un rollo porque te lloraban los ojos. Cocían arroz , lo mezclaban lo metían en tripas de cerdo .después Lo colgaban para que se secara . Y frito estaban buenísimas.
Cuando hacíamos la matanza nos juntábamos con mis primos o sea “los Panaderos”. Nosotros éramos más pequeños que ellos, aunque alguno coincidía de edad. Lo pasábamos bien, después de cenar cantando, y cuando mataban el cerdo, nos comíamos el rabo y algún trozo de magro que llaman allí “ somarro “ .Como tenían muchas ascuas lo asábamos. O nos lo asaban.
Para matar el cerdo no era tan fácil. Más bien eran los “Porrillos “lo que lo hacían. Un día se puso a matar al cerdo mi primo José, y dando cuchilladas y nada, que no se moría y dando chillidos. Al final se calló y en eso, le van a chamuscar que es para quemarle los pelos , y lo hacen con pajas largas de centeno.
Bueno, como decía, el tal cerdo, le prendieron, y se conoce que estaría sin conocimiento y al sentir el fuego salió corriendo.
XIX. La Guerra
Los primeros recuerdos del pueblo fue cuando la guerra, yo era muy pequeño y no recuerdo mucho. Esta zona lo cogieron los nacionales y no hubo nada , si recuerdo que decían que iban allí a descansar ,y comían muy bien, con pan blanco .Y a veces repartían algo de rancho al pueblo.
Me acuerdo de ver a los soldados haciendo la instrucción en la pradera del pueblo . Los mandaba uno de Sepúlveda que era cojo. Le he visto después.
Un día le dijimos a Fausto que iba con el uniforme de militar y el fusil que cómo se tiraba un tiro, y él no quería .porque lo tenían prohibido. Tanto insistimos que bajamos con él hasta el potro de donde herraban los animales. Bueno, un poco más abajo. Y tiró un tiro en dirección al Espinar.
Teníamos que aguantar mucho en la taberna porque se ponían muy pesados, cuando se pasaban con la bebida , les encantaba el vino de la Ribera del Duero. Recuerdo verles , no sé si cuando terminó la guerra o durante, cantando vestidos de militares a Vicente, Fausto, Antonio creo que a Moisés, el Tío Isidro, de juerga en mi casa. y cantando eso de “Apaga Luz Mari Luz “ y el candil apagado.
Mi padre tenía mucha paciencia y creo que en esas circunstancias - estaban en la guerra y eran sus sobrinos - pues todo valía.
Recuerdo cuando el pueblo les despedía, para marcharse a la guerra. Que fueron hasta las Olaguillas , y la Tía Pilar llorando abrazada al Tío Isidro. Lo que no recuerdo es si se iban ese día los demás. Los hombres tuvieron mala suerte. Se quedaron allí Vitorio y Nicomedes. Eran momentos de tristeza y de pánico .
Siendo yo muy pequeño, recuerdo que estaban las vacas descansando en la cerca junto a la fragua. Y se presentaron unos soldados con un camión, y fueron donde estaban las vacas, y escogieron lo mejor para el ejército, que fue una ternera. Entonces lo requisaban todo . Pagaban muy poco y callar. Resulta que esa ternera era del Tío Ambrosio , y se presentó su mujer, la Tía María y con mucho coraje se enfrento a ellos y les dijo que tenían que matarla a ella antes de llevarse la ternera. Y se salió con la suya..
En uno de los viajes a por vino, seguro que estaríamos en los últimos días de la guerra no me acuerdo con exactitud , pero si se me quedó grabado ,y es que por la zona de Fresno de la Fuente, cuando regresábamos con la carga nos encontramos con una caravana de camiones del ejercito que se dirigían a Madrid . Pues lo mismo iban cien camiones que pasaron al lado del carro.
En el pueblo no tenía radio nadie, sólo el Tío Pedro Algunas veces nos la dejaba oír y alguna fiesta que radiaban los sábados. De música. En esa radio se oía el “Parte” como ahora el telediario. Y un día por fin se oyó el parte diciendo que la guerra había terminado.
Ese día fue para muchos una gran fiesta .Recuerdo que en nuestro pueblo tocando las campanas y bailando abrazándose. Y como siempre pasa, todos no tenían motivos para celebrarlo, unos por una cosa y otros por otra. "