Último capítulo de una larga historia. Las calles levantadas, las carreteras cortadas. La famosa burbuja del ladrillo en Vellosillo. Activos y Pensionistas en grupo detrás de las vallas de obra, miran el barullo con algo de indiferencia y escepticismo: "Deben de estar con las alcantarillas...", aventura uno, “-Ese tubo… no sé yo”, sentencia el de al lado.
Pues es que,... Estamos de obras. Disculpen las molestias. Bien mirado, es por su bien y su felicidad. Toque usted el botón y algunas bacterias de su flora nadarán largos kilómetros, si hay crecida. Y si no, se quedarán en el término, pero sin incordiar. Ya no vendrá más el camión del pocero. Eso es lo previsto, la pequeña y ligeramente obsesiva guerra particular de algunos.
El asunto sin embargo requiere de precauciones. El terreno que se cae. El terreno que es pura roca. Las viejas conducciones que surgen por doquier de la tierra. Sin querer rompemos la tubería traicionera y el geiser se eleva majestuoso como en los jardines de La Granja. Una piscina municipal en otoño. (“- Ootra vez sin agua !”). Esperemos, en fin, que no haya grandes percances.
El Destino ha dispuesto además, que el mismo lunes 26 en que llegaron los señores de los tubos, se presentaran los del muro con poderosa maquinaria. El cerrillo tiembla desde entonces con el rugido de los motores. Pues hoy, después de 70 años justos cumplidos, han vuelto los que excavaron la carretera y dejaron el muro sin hacer. Harán ademas escalinata imperial y acera. Y todo forrado de piedra. Nunca es tarde…Aunque en realidad, no ha sido por las buenas, sino que ha habido que recordárselo con cierta insistencia. Es como todo...Sólo hay que pedirlo.
En resumen, dadas las circunstancias, un pequeño logro, si se permite el triunfalismo. Objetivamente. Lo de los tubos y lo del muro. Después de tantas vueltas y trienios, y de tanta gente que obstinadamente lo intentó y no pudo, hoy sólo queda rematar la faena.